domingo, 13 de noviembre de 2011

Resignación

29 de Abril de 2014
(SEPTIMA ENTRADA FINAL)

Hoy es mi cumpleaños número 22. Y he comenzado a ver a Eduardo, mi hijo, rondar por aquí. Recuerdo que mi madre decía: “Cuando se ve a personas que ya han muerto y fueron muy queridas es porque vienen por ti. Y el momento de tu muerte ha llegado”. Pero eso sería ilógico. Un alma tan pura como la de Eduardo no podría venir por mí. Yo sé muy bien que seré enviado al infierno por todas las muertes que causé. No estoy arrepentido para merecer el perdón de Dios ni quiero merecerlo. Lo único que me gustaría antes de morir es oír la voz de Eduardo una vez más. Ya todos están preparados para partir el día de mañana. Este será el último día que despertaré, pues para la próxima puede que mi descanso sea interminable o deba pagar por mis pecados eternamente.

Ya todos se han despedido de mí y dicen que seré recordado como un héroe. Yo les pedí que recuperen nuestro país por las futuras generaciones, por sus hijos, por sus familias y por ellos mismos. Aparte de todo esto, me encuentro muy feliz porque soñé con mis padres, mis hermanos y con Eduardo. Mi deseo se concedió, ya que volví a escuchar la voz de mi querido hijo y miré de nuevo su lindo y joven rostro.

Por fin me he quedado solo. Comencé por dejar las puertas del campo abiertas para que no les cueste trabajo a los soldados penetrarlo. La bomba y yo nos encontramos en la parte central del mismo. Me he puesto a recordar todos los lindos momentos que pasé a lado de todos mis seres queridos. Me pregunté cómo será su vida ahora y si seguirán vivos. Pero pronto lo descubriré si llego a ir al cielo por error.

Ya han llegado. Escuché el motor de los carros; han lanzado advertencias para que nos demos por vencidos y no opongamos resistencia. Pero no saben que ya no hay nadie aquí, solo yo. Comenzaron a movilizase y han rodeado el campo para ingresar todos al mismo tiempo, justo como lo imaginé. Entrarán de la forma más facil y fue por eso que dejé todas las puertas abiertas. Mis manos empezaron a sudar, mi respiración se ha acelerado y siento que mi corazón se encoge. Siento miedo, pero pronto todo terminará. Escucho las pisadas de los soldados más cerca y con más fuerza. Ellos también tienen miedo, pues no saben que ocurrirá. Yo esperaré hasta el último momento para detonar la bomba y dejarles a estos perros un lindo recuerdo en nombre de México, en nombre de mi familia y en nombre la libertad que nos arrebataron.

1 comentario:

  1. Salvo por el último párrafo, me parece una entrada excelente en cuanto a su redacción. No es que esté mal redactado el último sino que tiene unos errores de descuido muy fácilmente arreglables. ¡Felicidades!

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