lunes, 17 de octubre de 2011

PASANDO POR EL COCITO

 En la mitología griega, el Cocito es un río en el infierno alimentado por las lágrimas de los ladrones, los pecadores y de todos aquellos de mala conducta.
Marzo 2013
 (Final)

Meses después de llegar al campo de concentración, comenzamos a formar reuniones secretas para iniciar un movimiento de rebelión. La gente mayor comenzó a reunirse sabiendo que el castigo por ser descubiertos sería la muerte. Algunos proponían huir, otros no querían hacer nada, algunos más querían tomar el campo y establecer un fuerte de resistencia. Comenzamos a conseguir palos, objetos punzocortantes y al menos 10 armas de fuego. Después de una terrible jornada de trabajo, al regresar a la sala de concentración, continuaban las pláticas para comenzar la rebelión.


Tiempo después se dio la última junta a la cual no pude asistir porque estaba muerto de cansancio. Se estableció la hora y fecha del movimiento, y mi padre me informó todo a la mañana siguiente. Me dio una de las armas e instantaneamente sentí que iba a morir asesinado. Lo único que quedaba era esperar el día y la hora para que todos fuésemos masacrados. Muchos se encontraban felices y esperaban con ansias el día de poder regresar todas las humillaciones, castigos y sufrimientos causados por los malditos norteamericanos. Yo no quería venganza, pues continuaba aterrado por lo que había presenciado mucho tiempo atrás.


El día había llegado, y cada hora, cada minuto, cada segundo que pasaba me hacía temblar de miedo. Yo portaba una de las pocas armas que se habían conseguido, pero nunca había disparado un arma y mucho menos he dado muerte a persona alguna. Al llegar la hora todo comenzó: nos movíamos con sigilo, lento y con mucho miedo. Pero aún no estábamos preparados y fuimos descubiertos por soldados. Se abrió fuego de ambas partes. La sangre de mis compañeros tapizaba el suelo, se escuchaban gritos, y yo me quedé paralizado mientras veía como eran asesinados mi padre, mi hermano y demás gente que comenzó la rebelión. Parecía que se formaba un rio rojo con la sangre de todos ellos. 


Cuando todo terminó, yo y los demás sobrevivientes fuimos interrogados, golpeados y castigados por el acto de rebelión. A mí me encontraron el arma, me golpearon en la nuca y caí inconsciente. Ahora estoy encerrado y van a pasar muchos días para que vuelva a ver la luz del sol. Por las noches, mientras duermo, sueño con mi padre, hermano y demás muertos decir: “¿por qué no hiciste nada Arturo? ¿Por qué nos dejaste morir? ¿Por qué fuiste cobarde?”. Y despierto con un vacío en el estómago, ganas de cambiar mi vida por la de alguno de ellos o por lo menos acompañarlos en el sendero de la muerte. No sé cuánto tiempo ha pasado pero escuché a los guardias decir que mañana seré reintegrado a los campos para trabajar, ya que estar encerrado es como tener vacaciones. Yo espero no ver a gente morir horriblemente.

Ya estoy de regreso al trabajo forzado pero algo me tiene incomodo. Siento que soy vigilado, siento la mirada de alguien y no sé quién pueda ser.

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