lunes, 21 de noviembre de 2011

Estación del Tren

(OCTAVA ENTRADA FINAL)

Y yo seguía ahí invadido por el miedo. Llegué a considerar el en entregarme para salvar mi vida, pero eso sería inútil porque ellos solo accederían a mis peticiones para salvar su existencia. Posteriormente me asesinarían en la primera oportunidad que tuvieran. Mi única opción era estallar la bomba. No era nada fácil entregar la vida y para poder irme tranquilo tenía que ver la cara de un norteamericano llena de terror. Ya estaban ahí y comenzaron a revisar el campo, pero no habían encontrado a nadie. Solo uno llegó a dar conmigo y se cumplió mi deseo. Su cara se puso pálida, abrió los ojos y gritó lleno de terror: “Todos corran hay una bomba”. Decidí apretar el botón en ese instante pero el tiempo se detuvo.



Comencé a recordar toda mi vida desde que tenía 4 años de edad. Recordé como me hacía el dormido para que mi padre me cargara cuando veníamos de una fiesta. Regresaron a mi mente los cuidados de mi madre. Ella solía cantarme, darme un beso y prepararme un licuado de fresa antes de dormir. Juan, mi hermano, siempre decía: "Si alguien te hace daño, me vienes a avisar". Karla, mi hermana, varias veces me llevó a la universidad donde estudiaba. Esto y más cosas vinieron a mi mente en un solo instante y me sentí satisfecho con la vida que tuve. Después moví mi dedo para presionar el detonador y de repente todo lo iluminó un brillo blanco.



Ahora me encuentro aquí en una estación de tren. Estoy sentado en una banca con un traje de color blanco. Siento que mi deber es esperar a que llegue el tren. No sé a qué hora llegara pero lo esperaré, pues no tengo ninguna otra cosa que hacer. Ahora que lo pienso ya no siento tristeza ni soledad.


Al fin escucho ese "chu chu" característico de los trenes. Lo veo y cada vez está más y más cerca. Minutos después arribó, y terminó por detenerse frente a mí una de sus tantas puertas de abordar. Mi sorpresa fue que quien ha venido a recogerme es él, mi hijo. Ya no me importa a dónde me dirijo o si me espera un castigo. Lo que haré en este momento será disfrutar del viaje y platicar con Eduardo de todas las cosas que ha visto y hecho durante el tiempo que nos dejamos de ver.

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