jueves, 3 de noviembre de 2011

Hades el Dios de la Muerte

 Noviembre 2013

(FINAL)
Mi verdugo no me mandó llamar el día pero hoy en la mañana lo encontré. Creo que por fin se ha fastidiado de mi, ya que lo  vi saliendo de su habitación, y dentro de ella se encontraba un joven desnudo y tirado en la cama. Yo pasé sin tomar en cuenta esto, pues para mi era mucho mejor. Así ya no sería quien sufra por culpa de este dresgraciado. 

Quien me tenía preocupado era Eduardo había tenido calentura toda la noche. Pedí ayuda a los oficiales pero me la negaron, pues ahora quien tenía los privilegios era aquel joven. Eduardo comenzaba a enfermar cada día más; yo le pedía ayuda al coronel Neri, pero este se negó. Días después Eduardo falleció, y me sumí en una profunda tristeza. Ahora lo único que quiero es hacerle sentir a todo el mundo mi dolor, quiero que paguen por la vida de mi hijo, quiero que sufran tanto como yo sufrí al verlo morir.

Durante este mes me he dedicado a conseguir los planos del campo de concentración. Asesiné al nuevo amante del coronel, y él me ha vuelto a buscar. Yo no me negué pues él es el siguiente en mi lista. Antes de asesinar a este bastardo tengo que conseguir los planos y las llaves del almacen, donde tienen guardadas armas, cuchilos y granadas.

El día había llegado. Era viernes y me mandaron llamar ante el coronel. Yo me presenté puntualmente con un picahielos que robé de la cocina. Cuando llegué, él estaba completamente desnudo y esto facilitaría mi trabajo. Lo abracé, lo besé y pasé mis brazos, como acariciando su cuerpo, hasta que por fin pude tomar venganza. Clavé el picahielos una y otra y otra y otra vez hasta sentirme satisfecho con su cara de dolor. Todo se tornó de color rojo. Yo veía la cara de este desgraciado y, en un abrir y cerrar de ojos, recordé todo lo que me obligó a hacer. Me sentía tan satisfecho pero aún deseaba más. Solo quedaba crear un levantamiento. Ya tenía, en mis mamonos, las llaves del almacen. Y el incitar a los esclavos, fastidiados de esta vida, no será una tarea difícil.

Voy a hacerles pagar por todo lo que me hicieron sufrir. Deseo verlos morir de dolor, de angustia y de miedo. Nunca voy a estar satisfecho hasta que termine con la vida de todos ellos o hasta que una bala atraviese mi cráneo.

¡Muerte, muerte, muerte! Ese es mi único deseo.

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